Vi tus ojos, derrotados de cansancio,
y aun así me reflejé en ellos.
Tu mirada, entre tímida y sentida,
dice «bastante» y me reconforta saber
que tus ojos dicen lo mismo que los míos.
Quiero conocer las palabras de tus manos,
intercambiar sentimientos en cada caricia.
Quiero leerte mis cuentos y recitarte poesías,
necesito tu risa que tanto me alimenta.
Quiero acompasar nuestros pasos
y dirigirlos en único sentido, siempre unidos.
Quiero compartir los sueños y despertar,
cada mañana, a tu lado sin importar la hora.
Y seguir ambos dictando entre palabras
una gran historia que aún está por escribir.
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