jueves, 27 de abril de 2006

Sonría, por favor

Dime, ¿cómo te encuentras hoy?

Bien.

No entiendo como eres capaz de guardar tantos secretos, tanta tristeza. De esconderlo como si nada detrás de una sonrisa.

Es cuestión de práctica.

¿Y no sería mejor dejar escapar esos sentimientos?

No, son sólo míos.

Ahora ya no, recuerda que me contaste tus secretos.

Bien, entonces tú también estás condenada a sonreir siempre...

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Condenadas a sonreir por siempre. ¿Hay mejor condena? Parece cruel, pero puede no serlo. Hermosa condena la de regalar al otro la cara de la felicidad. La cara de lo esperado, de lo que damos por hecho, de lo alegre, lo contento.

Pero no lo olvides, a veces, hay que buscar ese ser parejo, ese amigo, esos brazos que te arropan y esos ojos que te consuelan con tan sólo una mirda, esas manos que acariciendote el pelo, acompañan unos labios que dejan escapar en un susurro: "todo pasó, estamos bien. Yo cuidare de ti".

Anónimo dijo...

La sonrisa permanete. La que nunca falta. La que se da por hecha. La que se cree que está, aun cuando no aparece. Esa es la nuestra.

En que escasas ocasiones dejamos salir al aire a nuestra alma, a que respire, a que se llene de vida, a que explote y se vierta, rebose de nuestro corazon el temor, y la angustia. Sólo así volvemos a revivir.