miércoles, 27 de abril de 2011

Viviendo en background


Hoy toca vivir otra vez de la tristeza y no, no estoy con la regla, no es por el cambio de tiempo ni tiene que ver con la todavía convalecencia de mi lesión. Simplemente es la misma sensación que vuelve regularmente a recordarme de la materia que estamos hechos: la indiferencia.
Llevo ya unos días viviendo en background, disfrazando sentimientos, persiguiendo una felicidad que se resiste a llegar. Sobrevivo detrás de mi sombra, ejerciendo como tal de mí misma. Soy el reflejo de lo que siempre he querido ser y no consigo. Me siento como el televisor de mi salón, con el led rojo iluminado, diciendo en silencio que está ahí, paciente, esperando la señal, consumiendo recursos propios y ajenos, pero sin transmitir nada; solo negro.
Algunas veces quisiera desconectarme para siempre y olvidarme de anhelar esa realidad que solo aparece cuando presionas el botón adecuado del mando. Otras, quisiera pasar al primer plano, ocupar de nuevo el lugar que me corresponde, pero cómo hacerlo cuándo no estoy segura de cuál es mi sitio.
Supongo que el origen de esta sensación es el propio eco de mi voz, que resuena en esta caja tonta que es mi boca. Taponados los oídos desde mi última infección, taponada la nariz por la dichosa alergia, solo me queda cerrar los ojos y apretar los labios para hacer resonar, como una pelota rebotando contra el suelo, cada uno de estos sentimientos que me hacen permanecer en mi trastienda.

viernes, 22 de abril de 2011

Las virtudes del Sol y la Luna


Cuenta una antigua leyenda que de la unión del Sol y la Luna nacieron los gatos. Los felinos se amamantaban de su madre y dormían el resto de la noche. Durante el día jugaban sin parar hasta que su padre, harto de saltos y travesuras, los castigó en un rincón. Cuando los más pequeños comenzaron a llorar desolados, el Sol los cogió entre sus brazos y, con mucho cariño, los arrulló hasta dormirlos.
Desde entonces los gatos prefieren la vida nocturna, disfrutando durante el día del cariño de su Padre y durante la noche de la paciencia de su Madre.

sábado, 16 de abril de 2011

Suicidio colectivo

Temo a la muerte y ese miedo me obsesiona. Mi vida es una mierda, en estos últimos años todo lo que podía ir mal, ha ido mal. Me siento como la tostada recién untada de mermelada, cayendo siempre boca abajo. Aunque da igual cómo aterrice en el suelo, una caída nunca trae nada bueno. Pero hay que volver a levantarse y seguir hacia delante, ¿no?
Pues no. Yo ya me he cansado. Y mi obsesión está tomando cuerpo. Ya tengo prevista la fecha en la que pondré fin a mi vida.
Es curioso... Mi miedo a la muerte, sobre todo a la ajena, siempre me ha hecho plantearme qué haría sin mi amado, sin mi madre o mis hermanos, sin toda esa gente a la que tanto quiero. Pero nunca me había parado a pensar cómo será su vida, vuestra vida, cuando yo ya no esté aquí. ¿Me echaréis de menos? ¿Me lloraréis? No quiero que lo paséis mal, que vuestra vida se detenga por esta decisión mía.
Así que he pensado, porqué no, que os vengáis conmigo al más allá. Podíamos organizar un suicidio colectivo, así en masa, y todo el que lo pase mal por...
... mi ausencia,
... la tuya,
... la de tu hermano,
... la del amigo de tu hermano,
... la de la madre del amigo de tu hermano,
... la de la amiga de la infancia de la madre del amigo de tu hermano,
... la vecina de la de amiga de la infancia de la madre del amigo de tu hermano,
... el compañero de clase del hijo de la vecina de la amiga de la infancia de la madre del amigo de tu hermano,
... mi etc.,
... tu etc.,
... el etc. de tu hermano,
... el etc. del amigo de tu hermano,
...

Y así hasta acabar con la raza humana. Pues eso, «suicidio colectivo». ¿Qué tal os viene el 8 de Mayo? Es que el día de antes no puedo, me hacen la resonancia.

viernes, 8 de abril de 2011

Esperanza de metro

En el vagón una gitana iba leyendo la buenaventura a cualquiera que le cediera su palma. Al arrancar la máquina tras la última parada, se agarró a la barra para no caer. Ya en marcha, asió la mano más cercana sin reparar en su propietario.
La gitana, concentrada, seguía cada línea de la mano:
―Eres una mujer afortunada, tendrás una vida muy larga, muchos hijos y un amor que no te dejará jamás.
Después de haber perdido a su marido, irse a vivir con su único hijo y con setenta recién cumplidos, Elena se llenó de nuevo de esperanza.

miércoles, 6 de abril de 2011

Los Ángeles

Perdí la fe en Dios cuando dejé de creer en los hombres. No puedo entender que alguien que así mismo se dice «humano» cometa actos tan atroces como el maltrato y el abandono. Si Él nos creó a su imagen y semejanza, debió mirarse con soberbia al espejo.

Pero hay Ángeles en la tierra, caminando entre nosotros, con un corazón tan grande que les convierte en verdaderos Humanos. Ponen un plato más a la mesa, se aprietan en su casa para dejar hueco a otros y, sobre todo, le dan a los indefensos la ley que merecen. Qué pena que sobre ellos recaiga la responsabilidad que algunos decidieron dejar en una cuneta, ahorcaron con su propia soga o arrebataron a golpe de escopeta sin piedad la vida.

A veces pesa demasiado ese trabajo y cuando la esperanza se escapa a la misma velocidad que la luz, cuando su lucha queda en pelea perdida, entonces la fuerza se transforma en rabia.

Sabrás que un ángel viste de luto cuando en días como hoy, cuando un corazón indefenso se detiene para siempre, las nubes ocultan el sol y el viento se para en seco. Verás que el Humano se torna en grises, se convierte en tormenta y derrama lágrimas de tristeza.

Tras la tempestad llega la calma y con ella la misma realidad. Sois los Ángeles quienes debéis continuar la batalla pues seguirá habiendo almas hostigadas por desalmados, sois la última esperanza de esta, nuestra raza mancillada.


Dedicado a Mª Luisa, de la Protectora de Malagón, y a su lucha por Ares.

martes, 5 de abril de 2011

Re-valoración

(Léase rápido, con cierta sorna y/o cachondeito...)

Me caí. Sí.

―¿Te caíste?

¡Vaya! Buen piñazo me di.

―No me digas.

Ya te digo.

―¿Y qué?

Pues aquí me tienes.

―¿Vas para mucho?

Como poco otro mes.

―¿Y cuánto llevas?

Ya van dos.

―¡Madre mía!

La tuya y la de todos.

―Chica, qué paciencia.

A kilos la fabrico.

―Pues sí, falta te hace.

Eso y otras cosas.

―¿Y el médico?

En su casa, supongo.

―¿Qué te ha dicho?

Que vaya sin muletas.

―Pero llevas una.

Toma, claro.

―¿Y la rehabilitación?

Todavía esperando.

―¿Te han visto?

Sí, unos cuantos.

―¿Y qué te han dicho?

Que coja las dos muletas.

―Pero llevas una.

Ya van dos...

―Una solo...

Ni pa ti ni pa mí.

¿Entonces?

Me han llamado esta tarde.

¿Para la rehabilitación?

Sí, bueno no.

¿Para qué?

Para otra valoración.

¿Otra?

Sí, otra.

Entonces...

¿Entonces qué?

Pues que no es valoración.

¿Qué es?

RE-VALORACIÓN.