martes, 29 de diciembre de 2009

Goteras en el alma

Brotaron,
como el silencio, abundantes,
como la mar, saladas,
tan cálidas, tan olvidadas,
tan odiadas, tan esperadas,
Cada una por un dolor,
y son tantas...
Por palabras no dichas,
por mentiras, por rabia contenida,
Brotaron al fin las lágrimas
y ahora lloro un mar,
lloro un mar de tristeza
que se alojaba en mi corazón
ahogando mis penas
que hartas de nadar entre coral,
cansadas de esperar,
han decido apretar la esponja
y obligar a salir la humedad
que ya hacía goteras en mi alma.

A contramí

Volví a desear el silencio, el más absoluto de todos,
con la obscuridad por compañera, con la parca como fin.
Volví a querer desaparecer, con la mirada perdida,
contando cada movimiento de la aguja del reloj.
Volví a aguantarme las lágrimas, a convertirme en piedra,
pero no funcionó porque mi corazón sigue latiendo,
aunque siga siendo a contratiempo,
aunque siga siendo a contraviento,
aunque siga siendo a contraluz...

El último silencio

Se agolparon las palabras en mi garganta intentando salir todas a un mismo tiempo, peleando por ver la luz, queriendo escapar corriendo de mi interior para dejar de dolerme, de hacerme daño, porque sabían que se acercaba el final, sentían mi dolor fluyendo por ellas como la sangre por mis venas; si pudieran hubieran atravesado sus líneas dejando verter la tinta de sus versos, el veneno de las mentiras con tal de dejarme vivir, pero su única salida era escapar y como caballos al galope, locas, perdidas, se arrojaron contra mi boca.
Sentí un entremiciento y salió de mí una vida entera por escribir: historias, versos, cuentos, verdades y mentiras, todas ellas, disfrazadas de silencio...
― ¡No estábais tan desesperadas por abandonarme! Decidme, por favor, decidme ahora que no me pertenecéis porqué me dejáis tan sola, no podré continuar escribiendo mi camino.
Ellas, ya libres del yugo de mi tristeza, empezaron a estirarse disfrutando de la libertad tan ansiada y fue tanta la pasión que la muerte las llevó en mis propias manos y allí me quedé, sentada en el frío suelo de invierno, viendo como todo lo que alguna vez me importó se perdía entre la lluvia.
No sé el tiempo que quedé llorando mi destino, solo recuerdo que cayó la noche. Ya no importaba nada, ya no me quedaba nada... De qué me servían los recuerdos o los sentimientos si no tenía forma de expresarlos. Entonces se acercó Ella, mi niña Gris, con su andar sinuoso, su mirada de oro y su cálido ronroneo. « ¡Qué muerte tan dulce! » pensé, y dejé mi cuerpo caer en el más plácido sueño.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Sentir miedo, rabia, impotencia.
Sentir que no soy nada, que no soy nadie.
Sentir que nada importa ya.
Sentir y no sentir.
Sentir que ya no siento nada.

martes, 15 de diciembre de 2009

Java

Eres mi pequeña negra, mi Java hermosa, la niña de mis ojos. Llegaste a mi vida para llenar un vacío aún no esperado, anunciando una llegada a la que en vano hice oídos sordos. Eres ahora importante en mi historia, una fuerza más en el motor de mi vida. Seguiré tu marca allá donde vayas, como madre protectora sin ser teta tuya, y pondré mi vientre para para darte cama cómoda cuando necesites.