jueves, 1 de marzo de 2007

Ana

Ana nació blanca y desde que llegó al mundo enmudeció a unos, y a otros despertó sentimientos jamás sentidos...
Ana creció feliz con sus hermanos, entre juegos y alborozos. Descubrió los colores y empezó a imaginarse vestida de arco iris.
Ana llegó a los quince radiante como la primavera en flor, enamorando a todo el que se atrevía a mirarla.
Ana, cuando más iluminaba, descubrió el amor junto al que ahora es su marido. Los primeros años pintaba caminos infinitos que recorrerían algún día, soñaba con viajes a las nubes a su lado, todo era tan hermoso... Pero de pronto, sin saber bien porqué, un buen día, empezó a tornarse en grises.
Ana dejó de pintar su vida de rosas y verdes, perdía luz a cada paso y su sonrisa se apagó para siempre.
Ahora camina sola, con la mirada perdida, sumida en el silencio y la oscuridad. Los únicos morados que viste los lleva marcados en su piel; intenta ocultarlos a través del brillo de sus ojos y la esperanza que aún guardan.
Trato de imaginarla en otra vida. Quiero pensar que detrás de esa pequeña luz que aún guarda en su mirada quedan mariposas de colores que en sueños la llevan hasta esa felicidad tan esperada.
Me gustaría saber si después de todo lo vivido sería capaz de recuperar todos los colores, si volvería a brillar con luz propia.