miércoles, 3 de febrero de 2010

Platinos del alma mía


Cayeron, implacables, como hojas de otoño. Síntoma inevitable que arrancó de tu cuerpo el tiempo, llevándose el platino de tus cabellos y en tu cabeza solo quedó desierto, pero no te apenes alma mía, que hasta el Sahara es hermoso en invierno.
Y tras la tormenta volverá la calma vestida de primavera y colmará tu cuerpo de flores nuevas, no te apenes alma mía. Piensa que ahora eres más gato que nunca, que con esta son más de dos vidas perdidas, pero aún te quedan hasta siete por callejear despierta o dormida y escribir los versos más bellos.
¡Quién te dijo, dime! ¿Alguien te avisó de esto? Pellízcate de nuevo para despertar tu alma de guerrero, vuelve a empuñar la espada y vestir las galas de andante caballero, que sabes como nadie que entre tintas anda el juego.
No te apenes alma mía, que ya sabes que te quiero.