miércoles, 30 de marzo de 2011

Dolor de cabeza

Vino a quedarse para siempre a mi lado. No somos amigos a pesar de compartirlo todo. Si por mí fuera lo habría dejado fuera de mi vida hace ya mucho tiempo, pero no puedo, no sé cómo decirle que se vaya. Desespero cada vez que se empeña en manifestar su presencia; de nada valen los calmantes, la cama y el silencio. Mi dolor de cabeza es mi asesino constante, mi obscuro pasajero. Cuando viene a sentarse a mi lado solo queda esperar a que se canse de mis quejas, pero tiene más paciencia que yo. No sé cómo acabará esto.

sábado, 26 de marzo de 2011

Causas del cambio climático

Laura controla el tiempo. No las horas o minutos, sino las nubes y el sol. Solo ella decide cuándo lloverá, esos días en los que se levanta triste. Y en los días de tormenta se oyen voces y golpes en su casa; cuando se siente el portazo sé que ella escapa. Pero tras la tempestad no llega la calma, solo llegan más lágrimas. Aún recuerdo los días de sol, las tardes en las que podías encontrarla jugando con sus pequeños en el parque. ¡Qué lejos quedan ya! Y es que la soledad tiene mucho que ver con el cambio climático.

jueves, 24 de marzo de 2011

Amor eterno

Ahora, justo al final, quisiera decirte tantas cosas... Pero no queda tiempo, acércate, déjame ver la luz de tus ojos antes de que se apague la mía. Déjame entrar una vez más en tu alma y abrazarme a ti. Quisiera quedarme para siempre a tu lado, pero no puedo. Las voces del más allá me llaman insistentes, me ha sido mostrado el camino. Ha llegado mi momento, debo dejarte. Te esperaré al otro lado si realmente hay algo; si no, déjame permanecer en tu memoria hasta que el paso del tiempo considere oportuno. Te quise, te quiero, te querré eternamente.

martes, 22 de marzo de 2011

Déjame un beso

Hoy he pasado la peor noche de mi vida, entre sueños oía tu voz una y otra vez llamándome, interrumpiendo mis fantasías, pero no sabía hacia dónde dirigir la mirada. Resonaba como un eco en mi cabeza; hasta los personajes de mi irrealidad se volvían con tu llamada, pero no podía localizarte.
He amanecido inquieta, sola en la cama. No sé qué hora era, ya llevo varios días descuidando los horarios por causa de la escayola.
―¡Dichoso yeso! ¿Cuándo volveré a ser persona?― me digo cada mañana frente al espejo.
He agarrado las muletas y me he dirigido a la cocina. Queda la huella de tu desayuno: la taza vacía y las migas de la tostada. He recogido lo poco que había, arreglado a las gatas y vuelto un día más al sofá. Me he acoplado con cuidado porque ya empieza a dolerme la espalda de estar tanto tiempo sentada.
―¡Qué aburrimiento, por favor!―, desespero.
Las gatas me mira con cierto descaro, como sabiendo que no puedo correr tras ellas. Lo veo en la mirada de Java, que se acerca a las cortinas mientras me mira de reojo. Le he enseñado las zapatillas un par de veces y, de momento, parece que funciona la amenaza.
Las horas pasan despacio, tan lentas que casi puedo deletrear los segundos. Gris y Java se han acoplado una a cada lado de mi pierna inmovilizada y dormitan tranquilas, creo que me uniré a ellas.
De nuevo el mismo sueño: conocidos y desconocidos que se cruzan en conversaciones sin sentido, y de pronto tu voz. Esta vez suena más lejana, más pausada. Te oigo llorar, te oímos todos. Despierto. Los animales siguen durmiendo.
Hace ya un buen rato que no miro el reloj, no tengo ni idea de qué hora es y tampoco me importa, la verdad, no tengo prisa por ir a ninguna parte. Pero me gustaría que volvieras pronto a casa, este sueño me inquieta.
Gris levanta la cabeza y me mira.
―¿Crees que vendrá pronto a comer? ¿Pero qué hago hablando con la gata?
Ella me mira fijamente y emite un ruidito mientras bosteza.
―Ya, tienes razón.―Le digo convencida pues en su expresión he leído «Puedes esperar sentada».
¡Qué largo se hace el día entre la espera y la apatía! He intentado llamarte un par de veces, pero tu teléfono está apagado o fuera de cobertura, lo mismo que el de mi madre, el de mi hermana y hasta el de la cita del médico. Esto empieza a mosquearme. He mirado el correo y no hay nada nuevo desde hace un par de días, ni siquiera en Facebook. Nada, parece que el tiempo se hubiera detenido.
¿Estaré soñando? Esto cada vez se parece más a una pesadilla, y con los nervios he optado por tomarme alguna de las muchas pastillas que estoy acumulando desde hace algún tiempo. Sé que no debería, pero cada vez estoy más intranquila. A las gatas no parece afectarles mi estado, ¡qué envidia! Quisiera vivir como ellas, sin prisas ni obligaciones.
El relajante va haciendo efecto. Ha anochecido y no tengo ni hambre, ni siquiera recuerdo la hora de la comida; debe haberse pasado por efecto de las pastillas. Creo que hoy haré dieta obligada. Necesito dormir y olvidarme de ese horrible sueño con el que desperté esta mañana. Si llegas pronto, despiértame, quiero estar un rato contigo, necesito un abrazo de esos tuyos que tanto me gustan. Si no, ya te veo mañana. Pero déjame, al menos, un beso.
...

Hoy he pasado la peor noche de mi vida, entre sueños oía tu voz... De nuevo el mismo sueño...

lunes, 21 de marzo de 2011

Palabras

Son la expresión escrita o verbalizada
de sentimientos que fluyen en versos,
mezclados con la sangre y los pensamientos.

Son en distintos idiomas, tamaño o forma,
lo tangible, lo masticable y se atragantan
cuando provocan dolor y maltratan.

Son de cada uno de nosotros la muestra,
el desaliento, nuestro legado del pasado,
hacen y deshacen a su antojo.

Son la fe no dicha ni escrita ni pronunciada,
son pensadas y sentidas, anodinas o poderosas,
pero siempre imprescindibles, necesarias.

Las Palabras

martes, 15 de marzo de 2011

Para Bichi


Se me ha quedado frío en el regazo,
tan suave, tan mimoso, tan pequeño.
Junto a mi corazón le llegó el sueño,
lo eterno de la muerte entre mis brazos.

Ha dejado en mi piel miles de besos
y miles de sonrisas en mi boca.
Su hermana está buscando como loca
al compañero amigo de sus juegos.

Le echaremos de menos cada día,
oiremos sus ligeras expresiones.
Hallaremos por todos los rincones
sus escondites llenos de alegría.

Parece incomprensible. Quién diría
que se unan tan distintos corazones.

Gloria González Jareño


Estos versos se los ha dedicado mi madre a mi pequeño al que conoció, disfrutó con sus juegos y sabe muy bien cuánto lo quería. He querido compartirlos con vosotros porque me parece la despedida más hermosa.
Porque Bichi supo hacerse hueco en la memoria y el corazón de muchos...

miércoles, 9 de marzo de 2011

Adiós mi niño

Se apagó su luz como se pone el sol cada día, despacio y en silencio. Pero no habrá más jornadas ni más despertares para mi pequeño.
Se terminó el sueño, la paz; comenzó el insomnio y la batalla. Ahora toca continuar el camino escribiendo cada línea con una palabra de menos: Bichito.
Ahora necesito tiempo para llorarlo, para hacerme a la idea de que se ha ido...

sábado, 5 de marzo de 2011

Aún soy vulnerable


Vamos, golpea, no tengas miedo. ¡Vamos! ¿Acaso eres un cobarde? Golpea donde quieras salvo en los ojos y en las manos... Rómpeme la boca si quieres, pero así no impedirás que siga diciendo lo que pienso; déjame sorda para evitar escuchar tantas sandeces, lo prefiero, pero recuerda que estoy entrenada para leer los labios; párteme las piernas si lo deseas, tampoco pensaba huir a ningún lado, estoy dispuesta a plantar cara y defender lo creo honesto.
Respeta mis ojos, los quiero para grabar en mi memoria tu rostro, y las manos para escribir mi venganza.
¡Vamos! ¿A qué esperas? No serás el último en golpearme y tampoco el primero. Estoy rodeada de embusteros, de fantasmas, de actores que saben fingir bien los sentimientos.
Los golpes y las mentiras ya no duelen, al menos por dentro. ¡Golpea de una vez! La única huella que quedará de tu ofensa será un cardenal que se irá con el tiempo, a mi corazón le puse coraza. Solo lo siento por aquellos que no llegaron antes, pues ya no habrá hueco para nadie, ni sentimiento alguno que alivie el vacío que ha quedado tras la traición amarga, el saberme despreciada.
Pero, ¿qué haces? ¿Ahora escondes el puñal? Venías a por mí, ¿por qué te lo piensas? No me digas que te he dado pena porque no es esa mi intención, todo lo contrario. Yo preferiría hacerte reír, que fueras feliz; y a pesar del daño, lo sigo queriendo para ti y para el resto. No más trampas, no me hagas un sitio en tu mesa no quiero compartir tu plato; se acabaron las buenas caras, pero no las buenas formas.
Te doy la última oportunidad: golpea. A partir de ahora pienso ir colocando cada pieza de la armadura hasta hacerme invencible, así que aprovecha que aún soy vulnerable. Cuando todo esto termine solo me faltará cambiar mi corazón por piedra, ¡hasta aquí hemos llegado!

jueves, 3 de marzo de 2011

Somos de madera


El bosque al que pertenezco es muy antiguo. Soy simplemente la rama de un árbol cuyo origen se remonta a principios del siglo pasado. Hay otros muchos, tantos que ya no nos conocemos entre nosotros a pesar de compartir el mismo espacio; solo los más viejos de la foresta mantienen en la memoria los nudos que los unieron.

Somos muchos viviendo en este ecosistema entre raíces, tronco y copa. Convivimos con otros seres vivos, respetándonos, dependiendo unos de otros, alimentándolos y refugiándolos cuando necesitan. Aportamos tiempo al planeta con cada nueva vida, con cada nuevo esqueje, y entregamos la sombra necesaria para el descanso eterno de aquellos que ya no volverán.

De un tiempo a esta parte el bosque se ha visto mermado, algunos huyeron arrancando sus raíces del suelo por miedo a morir despedazados, otros simplemente decidieron esperar y asumir su destino. Pero nosotros no... Todos mis iguales y yo decidimos unirnos y hacernos fuertes; fuimos enraizando nuestras ramas, acoplando cada brazo, ensamblando nuestras hojas en perfecta armonía para crear un muro que ningún mal sentimiento pudiera atravesar.

Así nació la leyenda del «Bosque Animado», ese que decidió alimentarse de los hombres que pretendían destruirlo. Lo que muchos no saben es que jamás nos deshicimos de nadie: asumimos a cada insensato como parte del sistema y le dimos una tarea para su propia supervivencia. Esperamos que algún día el Hombre entienda que él es uno más, un ser vivo con raíces y ramas, y todos formamos parte de la misma comunidad.