¿Qué mal te hice para que me olvidaras? Por más que lo pienso no sé en qué momento perdimos la fe, qué fue lo que hizo que olvidáramos nuestros nombres y dejáramos de ser un único ser por los invisibles lazos del amor.
O quizá fue eso... que dejaron de ser invisibles y nos dimos cuenta de que eran tan insignificantes, tan sin sentido que se fueron deshilachando hasta que quedaron en nada e, inevitablemente, soltamos nuestras manos, desviamos las miradas y dirigimos nuestros pasos en sentidos opuestos.
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