Se apaga su vida al mismo ritmo que el atardecer se impone.
Llegará como la noche, esperada, oscura y silenciosa.
Aguardamos el momento entre llantos y miradas huidizas,
sin querer reconocer que llega su final.
Tememos la hora en que todo termine,
en que su reloj se detenga y retrase los nuestros por un instante
el tiempo necesario para ajustar de nuevo las agujas.
Y la muerte, en su decisión irrevocable,
se lo llevará al fin sin miedo, sin dolor.
Quedaremos velando su cuerpo, recordando su memoria
a pesar de los pesares.
1 comentario:
"sin querer reconocer que llega su final."
Qué buena frase, yo creo que uno aunque sabe que es imposible, siempre tiene la esperanza del milagro.
Un saludo Gloria.
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