sábado, 5 de marzo de 2011

Aún soy vulnerable


Vamos, golpea, no tengas miedo. ¡Vamos! ¿Acaso eres un cobarde? Golpea donde quieras salvo en los ojos y en las manos... Rómpeme la boca si quieres, pero así no impedirás que siga diciendo lo que pienso; déjame sorda para evitar escuchar tantas sandeces, lo prefiero, pero recuerda que estoy entrenada para leer los labios; párteme las piernas si lo deseas, tampoco pensaba huir a ningún lado, estoy dispuesta a plantar cara y defender lo creo honesto.
Respeta mis ojos, los quiero para grabar en mi memoria tu rostro, y las manos para escribir mi venganza.
¡Vamos! ¿A qué esperas? No serás el último en golpearme y tampoco el primero. Estoy rodeada de embusteros, de fantasmas, de actores que saben fingir bien los sentimientos.
Los golpes y las mentiras ya no duelen, al menos por dentro. ¡Golpea de una vez! La única huella que quedará de tu ofensa será un cardenal que se irá con el tiempo, a mi corazón le puse coraza. Solo lo siento por aquellos que no llegaron antes, pues ya no habrá hueco para nadie, ni sentimiento alguno que alivie el vacío que ha quedado tras la traición amarga, el saberme despreciada.
Pero, ¿qué haces? ¿Ahora escondes el puñal? Venías a por mí, ¿por qué te lo piensas? No me digas que te he dado pena porque no es esa mi intención, todo lo contrario. Yo preferiría hacerte reír, que fueras feliz; y a pesar del daño, lo sigo queriendo para ti y para el resto. No más trampas, no me hagas un sitio en tu mesa no quiero compartir tu plato; se acabaron las buenas caras, pero no las buenas formas.
Te doy la última oportunidad: golpea. A partir de ahora pienso ir colocando cada pieza de la armadura hasta hacerme invencible, así que aprovecha que aún soy vulnerable. Cuando todo esto termine solo me faltará cambiar mi corazón por piedra, ¡hasta aquí hemos llegado!

No hay comentarios: