domingo, 1 de mayo de 2011

Reencuentros

Bastaron unos pocos silencios para saber que lo nuestro había terminado. Tantos años compartiendo el mismo techo, la misma cama, el mismo camino día a día. Nos habíamos vuelto dos desconocidos sin saber cómo. Aquella tarde recogí lo más necesario, algunas fotos y mis cuadernos de notas. Saqué la maleta y me dispuse a colocarlo todo. Fue entonces cuando encontré tu primera carta con aquel mechón de pelo. Me senté a leerla y descubrí que, a pesar del tiempo y las diferencias, deseo seguir a tu lado aunque eso suponga volver a empezar de nuevo las veces que sea necesario.

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