viernes, 6 de marzo de 2015

El artista

A esas horas ya no había casi nadie en el metro. Entró un joven con un maletín de pintura y se sentó a mi lado. Yo leía un libro cuando él empezó a subir la mano por debajo de mi falda. No lo pensé dos veces, aparté mi lectura y me bajé las bragas. Se arrodilló delante de mí y empezó a lamer con ahínco. Me agarré a la barandilla creyendo perder el sentido. «Rápido, la siguiente es mi parada», le informé. Metió sus dedos y rubricó su obra a la perfección.

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