lunes, 7 de agosto de 2006

Domando mis miedos

Ya son dos días con sus dos noches en los que mi sombra ha vuelto a hacerme compañía.
Esta vez no quise decirlo en alto, ni siquiera pensarlo en silencio, he guardado este secreto esperando una renuncia suya, un pequeño despiste, para poder tomar las riendas de mis sentidos...
Y sin darnos cuenta, ella se ha convertido en un caballo galopante y yo en su jinete improvisado, intentando domar mis miedos.

2 comentarios:

La gata que no esta triste y azul dijo...

:-) Ya me contaras como se logra

Matías Brasca dijo...

Los miedos conforman esa histeria maravillosa que hacen que mi novia pegue un grito cada vez que ve una cucaracha y que a mí se me revuelva el estomago cada vez que me trepo a algo. No hay que domarlos, sino disfrutar de ese placentero terror que de tanto en tanto nos hace sentir vulnerables, inevitablemente mortales y por descarte vivos.