Y tras tu marcha quedó el silencio.
Quedó la tortura, la amarga soledad de quien se sabe en vida muerto.
Y no tengo palabras para describir lo que siento,
ni lo que quiero ni lo que puedo
querer o no querer, poder o no poder...
¿A quién le importa si permanezco?
Sólo oigo una voz en mi cabeza
que tenaz me recuerda, una y otra vez,
que no estás, que no volverás...
¿Qué me queda con tu asencia?
Una casa pequeña, que vacía es eterna,
una mirada cansada que ya no dice nada,
ni siquiera la palabra marchita
ni la voz que la diga.
Esto es morir en vida.
3 comentarios:
...Estamos en opuesto...yo comienzo una bella historia de Amor...tu quizás recuerdas la que fue tuya...Vive...querida amiga...haz de cada día una nueva sinrisa...él...estara siempre mucho más cerca de ti de lo que piensas...
un abrazo.
Esa voz en nuestras cabezas...tal vez si no la escucharamos todo seria mas sencillo?
Lo único que justifica la vida es el amor.
La senda "solo, solito y solo" es difícil.
Que puedas encontrar otro que camine abrazado a ti, a tu lado siempre, por la ignota geografía del tiempo.
Gustavo
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