Solo soy sombra de lo que fui, de lo que nunca seré.
Solo soy palabras vacías que no dicen nada.
Solo soy besos sin amor, caricias sin calor.
Solo soy miradas perdidas que se pierden en la distancia.
Solo soy negro, negrura inmensa como la nada.
Solo soy silencio, el que aguarda tus palabras.
Solo soy una silla ocupada, un espacio mal usado.
Solo soy lágrimas que brotan sin explicación.
Solo soy puertas cerradas y ventanas sin cristal.
Solo soy locura, tontunas y otras cosas sin sentido.
Río, claro que río, porque sé cómo hacerlo.
Y puedo tocarte y cogerte la mano como antes...
Beso, claro que beso, moriría si no pudiera tenerte.
Y puedo acariciarte recorriendo todo tu cuerpo.
Pero al final, no soy nada. Me siento como el viento, inquieto, que va y viene, que enreda tu pelo, que cierra puertas de golpe, que atrapa pensamientos en la corriente, pero al final se va y abandona todo lo que tocó.
Si muriera, ¿quién me recordaría? Alguien volvería a ocupar mi silla, cambiaría el montón de tonterías que tengo en la mesa por orden y concierto. Alguien habrá que hable, de cosas con sentido, que te ame hasta la saciedad, que te bese, te acaricie y te mire como a nadie. Será colores y habrá vida a cada paso, todos la querrán y la admirarán, habrá sonrisas y puertas abiertas cada vez que llegue a algún lugar...
Entonces, ¿dónde quedaré yo? Una lápida grabada con mi nombre, cerca de la de mi abuela, sólo pido eso.
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