viernes, 8 de abril de 2011

Esperanza de metro

En el vagón una gitana iba leyendo la buenaventura a cualquiera que le cediera su palma. Al arrancar la máquina tras la última parada, se agarró a la barra para no caer. Ya en marcha, asió la mano más cercana sin reparar en su propietario.
La gitana, concentrada, seguía cada línea de la mano:
―Eres una mujer afortunada, tendrás una vida muy larga, muchos hijos y un amor que no te dejará jamás.
Después de haber perdido a su marido, irse a vivir con su único hijo y con setenta recién cumplidos, Elena se llenó de nuevo de esperanza.

1 comentario:

Audrey dijo...

Que bonito !!!!!!