sábado, 18 de junio de 2011

Celos

María volvió a cruzarse con él, supo que jamás la amaría, nunca la miraría a los ojos como a su mujer. Sintió celos, la inquietud alimentó su obsesión y decidió matarla; si la eliminaba, ella tomaría el lugar que le correspondía. A la mañana siguiente esperó cerca de la casa, aún no había amanecido cuando la mujer salió cerrando con cuidado la puerta para no hacer ruido. María se acercó y sin mediar palabra le asestó varias puñaladas, le quitó las llaves y entró, subió despacio al dormitorio, se puso el camisón y se acostó al lado de su amado.

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