viernes, 8 de julio de 2011

Estos versos no son un cuento

En cada comienzo escribía tu nombre.
Aparecías cada día en cada verso.
Fuiste la razón de todos mis relatos.
Te inventé en cada declaración de amor
donde todos los personajes al final
cenaban en festines de perdiz.
Pero algo se nos debió indigestar.
Ya no huelen igual los colores.
La tormenta se ha adosado en mi jardín.
No hay damas, caballeros ni hadas,
solo brujas malvadas y troles.
Sea como fuere, ha cambiado el cuento.
Ya no termina con fiesta y algarabía,
ahora solo quedan silencios en los rincones.
Y tras tantas y tantas ilusiones,
detrás de cada uno de los inicios,
solo quedaban dos posibles conclusiones:
tomar caminos separados o la muerte.
Como para ninguno llegó la parca,
entendimos que se alejaron ambas sendas.
Jamás podré desandar lo ya andado,
para eso te necesitaría a mi lado.
Así que ahora inicio mis narraciones
de un modo distinto, justo al revés
pues sé que así siempre acabaré feliz,
diciendo con la esperanza de antaño:
«En cada comienzo escribo tu nombre».

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