viernes, 29 de julio de 2011

Hijo de la tierra y de los sueños

Cuando Inés perdió a su hijo de apenas dos años empezó a hacer cosas raras. Un día la vi enterrando en su pequeña huerta un papel doblado varias veces. «¿Qué haces?», le pregunté; ella dijo sonriendo «plantando un deseo». Día tras día bajaba a su porción de tierra cargada de ilusiones y pasaba las horas leyéndole poemas como quien lee un cuento a un niño. Para sorpresa de todos los que la consideramos loca, una mañana nació un brote que creció con rapidez. Después de algunos meses, Inés volvió a ser madre de un pequeño que nació llorando en verso.

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