martes, 19 de julio de 2011

Queriendo sin querer

Habíamos quedado en Atocha, tú llevarías un ramo de rosas rojas y yo un vestido azul. Pero el miedo al rechazo me hizo permanecer a un lado como un simple testigo, expectante. Llegó puntual un muchacho con las flores en el brazo, pensé que eras tú y algo dentro me empujó a acercarme, pero pudo más mi vergüenza; me contuve. Después de casi una hora, se acercó un hombre, tú; le diste las gracias y tomaste el relevo del ramo. No eras alto ni guapo como dijiste, pero me sentí irremediablemente unida a ti por el mismo sentimiento, de pavor.

No hay comentarios: