martes, 2 de agosto de 2011

Seguiré amándote a través de la distancia, del tiempo, de la tristeza, de mí...

En el muro deshilachado de la vieja fábrica rezaba desde hacía algunas noches una declaración que me inquietaba:

«Seguiré amándote a pesar de la distancia, del tiempo, de la tristeza, de mí».

Cada vez que pasaba por delante lo hacía a cierta distancia, observando a todo aquel que se paraba a leerla. Esperaba, quizá, encontrar al destinatario o, en el mejor de los casos, al autor, pero jamás se descubría.

Aquella noche bajé cargada de buenas intenciones y un spray rojo decidida a cambiar el destino de los desafortunados amantes. Solamente substituí una palabra.

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