viernes, 14 de octubre de 2011

Auto-retrato complicado

Llorona, emotiva, sensiblera, soñadora hasta la extenuación.
La cara me delata, expreso demasiado sin decir palabra.
Intento aprender de mis errores y asumirlos, que por algo son míos.
Me gusta el chocolate hasta decir basta, y siento debilidad por los olores.
Guardo hasta el más pequeño detalle, por ínfimo que sea, que traiga un buen recuerdo: la entrada de la última obra de teatro, el primer dibujo de mi sobrino Carlos, un pendiente huérfano del otro...
Cualquier cosa me hace feliz: la sonrisa de un niño, un paisaje, una caricia.
Jamás he pedido regalos caros, las cosas se acaban rompiendo o perdiendo, prefiero la primera sonrisa del día o un abrazo a destiempo.
Me encantan los animales, hasta los polluelos y mira que son feos.
Visto «raro», como suele describirlo mi hermana, no sé de colores, estilos o modas, me pongo lo que me apetece, me gusta ir cómoda.
No sé llevar tacones ni vestido, no me maquillo ni madrugo.
En la cama me muevo mucho, me cuesta coger la postura,
hablo en sueños, ¡si hasta río y me despierto!
Ahora no tengo planes, no sé ni lo que haré dentro de un minuto.
Recuerdo siempre a mis seres queridos, los llevo muy dentro del alma.
Echo de menos muchas cosas, anhelo ante todo tener a alguien a mi lado.
Soy buena amiga ―creo― y a quien quiero lo cuido con esmero.
Generosa, bondadosa, educada, y tímida aunque alguno no lo crea.
Me cuesta decir ciertas cosas, abrir mi corazón porque está cansado de dolerme.
Siempre espero sinceridad, la necesito, no me gustan las medias tintas.
Para ser manchega no me van mucho las gachas; no tengo mal comer pero últimamente me falla el apetito.
Nerviosa, inquieta, siempre con una idea en la cabeza.
Empeñada en hacer sonreír siempre a todo el que me rodea.
Intento enfrentarme a mis miedos, pero no puedo evitar huir de las arañas.
El año pasado aprendí a nadar, pero no he vuelto a practicarlo.
Me compré una bicicleta, pero me sigue faltando el escudo antitortas.
Hablo por los codos cuando algo me entusiasma y guardo silencio por respeto.
Tiemblo cuando algo me altera y prefiero llorar a escondidas para que nadie sepa lo vulnerable que soy.
A veces deseo un destino incierto, otras que ya estuviera todo escrito para poder consultarlo.
De las taras genéticas no hablaré y quien esté libre de ellas que tire la primera piedra.

¿Quién puede enamorarse de alguien como yo?

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