lunes, 17 de octubre de 2011

Hasta mañana

Me dijiste hasta mañana desde la puerta, asomando discretamente el tirante caído de la camiseta. Lo supe inmediatamente, lo leí en tus ojos. Esperé unos minutos que se hicieron eternos a que dispusieras la cama y descansaras tu cuerpo sobre ella. Me levanté sin hacer ruido, sin apagar el televisor. Me encanta observarte a escondidas mientras colocas la almohada y luego estiras tus brazos en un último intento de alcanzar las mariposas que colgué del techo.
Sé que te hacías la dormida. En tu boca asomaba una sonrisa entre tímida y pícara. No hizo falta más, esa noche fuiste mía.

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