lunes, 13 de febrero de 2012

Curiosidad felina

Ara Malikian - Lágrimas de cera

Volver a casa es volver a tu mundo. El frío de la noche y su obscuridad son tus cómplices. A cada paso, tus pensamientos vuelan, te hacen transparente. Quisieras liberarte de tu ropa, desaparecer entre las sombras, pero es lo único que te ata a la realidad. El silencio te permite oír las voces ajenas y las propias. Te concentras en la línea recta.
Al final de la calle distingues un bulto que permanece inmóvil. La distancia aún no permite saber de sus intenciones. Ralentizas tu paso, le das tiempo. Imaginas, imaginas siempre. La luz de las escasas farolas ilumina un recorrido que se te antoja interminable. Necesitas volver a casa, descansar tu corazón, pero te inquieta no saber. La curiosidad es más grande que tu sueño.
Según avanzas, tu vista pone nombre al interfecto. Quieto, con la mirada perdida sobre el asfalto. Todavía no te ha visto, tu transparencia es tu aliada. Pasa un coche. Él levanta la mirada y se vuelve. Quizá un olvido o asegurarse de que cerró el coche. Quizá una despedida, de esas que son para siempre. Todo, todo puede ser... o nada.
Avanzas en automático. La casualidad os ha unido para siempre. Al llegar a su altura evitáis miraros a los ojos. Su aroma, su porte, su traje negro; es un misterio mudo, un secreto indesvelable. Continúas aprisionando las palabras en tu boca, quisieras preguntarle. Caminas hasta la acera opuesta, te detienes. Solo un instante, una mirada, el adiós y seguir con vuestras vidas...
Volvió a mirar a ambos lados. Por fin el gato cruzó la calle.


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