jueves, 5 de septiembre de 2013

Determinación

Lavaba sus manos con cuidado, observando cómo la sangre se diluía mezclada con el agua. No sentía nada. No cabía el arrepentimiento, ya no. «Lo hecho, hecho está», pensó. Se miró al espejo mientras dejaba escurrir su pecado por la pila del lavabo. Tomó la toalla y mojó parte de la tela. Limpió sus lágrimas y se dijo a sí misma: «No era tan difícil».

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