Se detiene frente al espejo más de cinco minutos seguidos. «El día es
muy largo para dedicarlo únicamente a los demás», piensa. Hace tiempo
que no se toma un descanso, tanto que no recuerda la última vez que hizo
recuento de canas. Ahora cubren toda su cabeza. El moño, desvencijado,
cae hacia el lado de su perfil bueno, casi le ve la gracia a la maraña
desordenada. Imagina que cualquier día se levantará con un nido de
golondrinas... «Más bocas que alimentar», suspira.
Observa su
reflejo con detenimiento. Las arrugas se extienden desde sus ojos como
raíces intentando amarrarse a sus orejas. Y su boca... Muerde sus labios
con pena recordando lo hermosos que fueron antaño. En su mirada parece
haber quedado atrapada una nube de humo, sus ojos jamás han sido tan
grises. Ha envejecido sin darse cuenta.
Se recompone sin dejar de observarse. Cinco minutos más, la comida puede esperar.
Va
a su dormitorio. Allí, guardado al fondo de un cajón, descansa el
diario de sus diecisiete. Lo saca y busca entre las últimas páginas una
fotografía. Ella, con vestido corto de flores y sandalias rosas; él,
camiseta y vaqueros ajustados. Ambos miran a la cámara y sonríen
mientras brindan con un botellín. Se ha pasado la vida esperando a que
él se le declarase; novio tras novio, marido tras marido, hasta cuando
enviudó le esperó. Rozando los ochenta, sentada en su cama, se emociona
recordando cuánto le amaba, cuánto le sigue amando.
Los gritos de los chiquillos se oyen de fondo, sus nietos la reclaman.
Guarda
de nuevo la foto y el diario en su escondite, y vuelve al baño.
Recompone el recogido adornándolo con las margaritas que descansan en
un vasito de agua, allí mismo moja el peine y marca sus viejas ondas.
Del botiquín saca el esparadrapo e improvisa un lifting para disimular sus imperfecciones.
Para acabar, busca en el cajón algún pintalabios. Sabe que estarán
secos, nunca saca tiempo para arreglarse, pero no le importa. Encuentra
uno, rojo cereza; después de un par de intentos sus labios recobran la
juventud.
«Quién sabe, igual hoy viene a buscarme».
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