lunes, 24 de septiembre de 2018

Con letra bien pequeña...

―Toma, es para ti.
Cogí el cuaderno con ambas manos. No tenía nada de especial, solo era un cuaderno de hojas inmaculadas, sin rayas, cuadros ni marca de agua. Nada.
―¿Para qué lo quiero?
―Morirás dentro de poco. Despídete de todos y cada uno de tus seres queridos.
Desperté sobresaltada por el susto. Todo había sido una pesadilla. 
Al día siguiente escogí al azar de entre todas las novelas de mi librería 1984. Quien la haya leído entenderá porqué a día de hoy escribo una carta diaria, sin prisa, con letra bien pequeña, pensando cuidadosamente cada una de mis palabras.

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