El miedo exige silencio. Las voces en mi cabeza susurran, sospecho que sospechan que se aproxima el cambio.
El miedo exige oscuridad. Cerrar los ojos, sentada en el suelo. El frío consuela y aturde los alborotados sentimientos.
El miedo exige prudencia. Las palabras esperan expectantes a ser las elegidas lidiando batallas con el silencio.
El miedo fluye, se expande, me abraza. Solo queda esperar la respuesta antes de que sea tarde, antes de que me engulla y me convierta en miedo y me exija demasiado a mí misma.
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