lunes, 29 de abril de 2019

Ella, SN 696969

«¡Eres un maldita zorra!», arrojó su cuerpo contra la pared. La caída desigual, marcada por el peso de cada agresión, intentaba acompasarse con las agujas del reloj, con la mirada perdida como una hoja mecida por el viento. Él corrió a la cocina, cogió el primer cuchillo que encontró y antes de que su espalda rozara siquiera el suelo, lo hundió en su pecho una y otra vez. Un leve pitido anunciaba el final. Apenas unos segundos. Se hizo el silencio. El hombre rompió a llorar abrazando los restos vacíos. Emocionado, besó por última vez su boca modelo garganta profunda.

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