Días nuevos, sonrisas de ayer...
La antigua rutina ha vuelto a mi presente: las mismas caras, -quizá más viejas-, los mismo ruidos, las mismas voces; poco a cambiado mi casa después de los años.
Quizá es porque ahora me toca vivir tiempos aciagos... Me veo cada día más opaca, pierdo la luz que antaño daba calor a otros, me quedo sin miradas dulces que dedicar a los que quiero y, en silencio, me voy quedando en ruinas como una casa abandonada.
¡Qué sensación tan extraña! Sentirme tan sola con tanta gente alrededor.
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