Ahora comprendo que se puede llorar un mar... Vivo en mi propio océano de tristeza.
He inundado las habitaciones de mi casa de tantas lágrimas derramadas y ahora nadamos en vez de andar. Mis gatos viven en lo alto de los muebles, saltan de un lugar a otro y sobreviven pescando desalientos y recuerdos, duermen sobre la espuma de mis silencios, y en la noche se les oye llamarme, como cantos de sirena, buscándome entre las olas. Y en las noches de tormenta, cuando se levanta tempestad, me siento cual coloso Neptuno, rey del mar, dueña y señora de este pequeño mundo que me rodea, de las aguas salidas de mis penas.
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