miércoles, 11 de febrero de 2009

Lloré un mar

Ahora comprendo que se puede llorar un mar... Vivo en mi propio océano de tristeza.
He inundado las habitaciones de mi casa de tantas lágrimas derramadas y ahora nadamos en vez de andar. Mis gatos viven en lo alto de los muebles, saltan de un lugar a otro y sobreviven pescando desalientos y recuerdos, duermen sobre la espuma de mis silencios, y en la noche se les oye llamarme, como cantos de sirena, buscándome entre las olas. Y en las noches de tormenta, cuando se levanta tempestad, me siento cual coloso Neptuno, rey del mar, dueña y señora de este pequeño mundo que me rodea, de las aguas salidas de mis penas.

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