
Dormí y dormí, no sé las horas... Solo me levanté para echarles de comer a los gatos y limpiarles la arena; nada más.
A los pocos días volvieron a llamar al timbre. ¿Qué hago? ¿Me levanto? Qué pereza... Pero, ¿y si es él, y si ha decidido volver? Esas palabras resonaron en mi cabeza y cuando quise darme cuenta estaba descalza, tras la puerta principal, moviendo la tapa de la mirilla. La muerte llamaba a mi puerta, la negra parca con su arma letal. Bajé la mirada y me eché a llorar. Miré a mi alrededor, todo parecía haberse vuelto gris, no había más que silencio y con la mano temblorosa abrí la puerta...
Como último deseo Ella se presentó frente a mí como si fuera él -hermoso y cruel deseo-, pero quise morir en sus brazos y besar su boca por última vez.
4 comentarios:
Dios que intenso, mi niña, no se si yo me entregaría a la muerte así.
Seguramente sí, porque por amor, a veces nos entregamos.
Un beso muy fuerteeeeee.
precioso ,lo que podemos hacer por amor, un besazo preciosa
Ohhhh pero merece una persona morir por amor y me pregunto ¿esta persona lo merecia?
Me gusto mucho como lo escribistes pero no hay que entregarse a la muerte, dejarse morir, hay dias malos que todo se ve mal pero afortunadamente vuelven dias buenos en donde hay una esperanza de encontrar de nuevo la felicidad perdida.
Me alegra de volver a leerte.
Con cariño
Mari
Implacable...
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