jueves, 22 de julio de 2010

Se nos ve en la cara

Lucas y yo quedamos esa mañana para ir juntos a la oficina de trabajo a solicitar las prestaciones por desempleo. Íbamos a primera hora para evitar las eternas colas que se formaban a la hora de pasar el control del paro.
Cuando llegamos al edificio ya había bastante gente esperando en la puerta y como si se tratara de las rebajas, en cuanto abrieron las puertas, todos corrimos hacia dentro como desesperados. Buscamos la ventanilla correspondiente; según los carteles luminosos, había una donde rezaba: «Prestaciones por desempleo aquí», y para allá nos fuimos.
Éramos los primeros en la cola. Justo cuando una señora habría la ventanilla, el texto del cartel cambió: «Prestaciones por desempleo, ventanilla 2». Obedientes, nos trasladamos a la ventanilla 2. Allí el funcionario nos pidió un documento que no teníamos y automáticamente la indicación volvió a cambiar: «Prestaciones por desempleo incompletas, ventanilla 6». Medio refunfuñando nos trasladamos a la ventanilla. «A la tercera va la vencida», pensé. Pero no, ni tercera ni cuarta ni nada; estuvimos toda la mañana allí, de funcionario a funcionario, de ventanilla en ventanilla... Y es que la frase cambiaba cada vez que la leía; está claro, el luminoso debía tener trampa.
Después de tanto rotar, de tanto esperar, nos cansamos y nos fuimos a casa.
―Estoy seguro de que había alguien observándonos, cambiando los mensajes.
―Sí, se nos ve en la cara que íbamos a pedir las ayudas. Ya lo dice el refrán: «Contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar».

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