martes, 31 de mayo de 2011

Perdida

Cristina se rindió. Se sentó sobre la arena, cansada de deambular por la playa en busca de una respuesta que no llegaba. Agarró sus rodillas y lloró en silencio mientras atardecía. Había perdido a su madre, su ser más querido. No podría volver a casa, sola. Trataba de distraerse observando a los pocos bañistas y paseantes que aún quedaban. Un hombre se acercó a ella, pensó que su príncipe azul venía a rescatarla...

―Hola, ¿te has perdido?

―Sí, estoy buscando a mi mamá.

El voluntario de Cruz Roja la cogió de la mano y le secó las lágrimas.

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