martes, 5 de julio de 2011

Carta exculpatoria

Todos lo tacharon de loco, pero yo sé que no lo estaba. Doy fe de ello pues fui testigo junto a algunas otras en más de una ocasión, de su intención por librarse de una voz que habitaba en su interior. Y no, eso tampoco es síntoma de demencia, sino de una enfermedad que no tiene cura salvo la liberación.
Aquella mañana, harto de escucharle, decidió poner fin a su amplia y exitosa carrera de escritor. «Estoy cansado de tus historias, prefiero volver al anonimato que seguir contando tu ficción», dijo convencido, y se dirigió a la azotea del edificio más alto. Una vez allí, gritó con todas sus fuerzas: «¡¡Fuera, fuera de mí!!», pero solo consiguió el eco de una risa malvada del ser que lo poseía, que lo inspiraba. Visto que solo con la potencia de su voz no servía para librarse de él, echó un pie atrás para impulsarnos con más violencia... «¡¡¡ Fuera !!!». Aquel grito desgarrador casi lo dejó sin aliento a la vez que todos los que se encontraban cerca se percataron de su presencia. La suya y la de la ligera brisa que parecía transporta una extraña risa.
Volvió a intentarlo por última vez cogiendo carrerilla desde el otro extremo de la terraza mientras corría iba gritando como un loco (y digo «como» porque serlo no lo era): « ¡¡¡¡ He dicho que F U E R A !!!!»...
Por desgracia no pudo frenar a tiempo y cayó en picado hacia su muerte.
No daré más detalles, pero esta vez no hubo risotada de fondo, solo la repetición difusa de su deseo de autonomía.
Así que no, no estaba loco.
Firmado: SUS PALABRAS

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