domingo, 3 de julio de 2011

Mi último ligue

Se acercó con su mejor sonrisa, copa en mano y colocándose el flequillo con la otra. Adiviné sus intenciones desde el primer momento. El sitio, la hora y el menú propiciaban el encuentro. Debió pensar que era presa fácil porque estaba sola. Se detuvo a mi altura, tomó una ridícula postura de ligue y abrió la boca para pronunciar la frase que habría estado masticando durante el trayecto. Le miré con ojos cómplices y antes de que pudiera emitir un solo sonido coloqué sobre su mano libre mi botellín ya vacío, me di media vuelta y me marché para siempre.

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