jueves, 29 de septiembre de 2011

Reflexiones sobre el amor

En mi nueva situación, con el corazón en off y todos los sentimientos que llevaba guardados intentando escapar en cada verso, en cada nuevo párrafo, me encuentro en una dualidad compleja de explicar.
Pienso en el amor, ese ente ingrávido e imperfecto, tan necesario para nuestra existencia. En base a mi propia experiencia, y sin consultar manuales acerca del tema, he llegado a una conclusión: el amor evoluciona, cambia con la edad. Todo depende del ojo con el que se mire.
Recuerdo que a mis veintitantos era imprescindible, tanto como respirar, el motor de todas las decisiones ―meditadas o no―. Un sentimiento extensible y adaptable a las circunstancias, a la espera de cambios, andando al mismo paso que la esperanza.
Ahora, a mis treintaitantos y con este cambio reciente en mi vida, el amor aguarda impaciente. Pero no es tan imprevisible e incontrolado, al menos lo intento. Se ha vuelto más reposado, más exigente. Está supeditado a lo que dicta mi cabeza, así debe ser. Las decisiones ya no han de ser guiadas por impulsos pues ya no soy ninguna adolescente y con lo vivido creo que será suficiente para valorar objetivamente todo aquello que se presente.
Pero, ¿se pueden sujetar los latidos cuando son caballos desbocados? Y los míos aún pastan apaciblemente, pero pienso en si llegará el día en que vuelva a poner en marcha la maquinaria y temo, temo no poder controlarla. Así que me empeño en pensar fríamente pues no pienso entregar mi vida de nuevo sin saber a ciencia cierta que será para siempre.
Aprovecho para decir que este tiempo de relax amoroso estoy recuperando todo el cariño de mi familia que he dejado en el camino. Ese amor es distinto, es también pleno y necesario, es incluso sorprendente. Ahora recojo mucho de lo que dejé en la siembra durante largos años y me alegra ver que no se ha secado, que sigue esperándome con los brazos abiertos. Todo ese amor me alimenta, me hace sentir fuerte, querida.
Y volviendo al amor de pareja; habrá a quien le parezca tonto, pero también estoy pensando, casi de forma analítica, en él. Visualizo una pirámide con cada una de las etapas:
1.- El tonteo en los primeros encuentros.
2.- Las primeras citas.
3.- La unión de sentimientos y la primera relación privada.
4.- Los planes de futuro conjuntos.
5.- La pareja en amor incondicional, la convivencia, la familia, el «fueron felices y comieron perdices».

Seguramente me haya saltado algún paso, aún lo estoy meditando. Y me fastidia realmente, pero una relación es lo que tiene, ¿o no? Pero, ¿cómo se fundamenta una relación sin seguir la mayoría de estos pasos? (Sigo sin tener seguro el orden, aunque algunos son inalterables).
Sí, me fastidia, insisto, porque en mi estado actual no me veo capacitada para superar la primera fase. Y no porque no las considere hermosas, es solo que no recuerdo cómo se hace.
Realmente desearía poder saltar en el tiempo, pero no hacia atrás sino hacia delante. Echar solo un vistazo y saber si seré feliz algún día, si encontraré a alguien especial que vuelva a descontrolar mi pulso, con quien formar un futuro andando a paso seguro.
No tengo prisa, tampoco muchas esperanzas. Supongo que es cuestión de tiempo.

1 comentario:

Sangre dijo...

Seguro que si querida amiga, lo encontrarás, cuando el tiempo te vaya templando el alma y las heridas...y serás felíz...

un abrazo fuerte.

Carlos