sábado, 14 de abril de 2012

Pesca nocturna

Escaló hasta la copa del sauce del jardín. Enredó sus llorosas en lianas imperfectas uniéndolas con un nudo marinero. Cuando dejó calvo al árbol, amarró el extremo final a la escalera extensible y, en un último esfuerzo, alargó el brazo hasta tocar la estrella más cercana. Así, saltando de lucero en lucero, rozando el alba, alcanzó la Luna.
Debía volver antes de que sonora el despertador. Corrió hasta hallar la orilla del mar tranquilo y lanzó la caña una y otra vez, pero no encontró a Juanito.
Apremiado por el tiempo, abandonó su búsqueda y decidió volver a casa. Descendió por la llanura, cabizbajo, gris como las piedras, con un único pensamiento... «Mamá debe haberse equivocado, mi pez no descansa aquí».

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